lunes, 11 de abril de 2011

II Ruta de las Fortalezas

Había realizado ya la primera Ruta de las Fortalezas el año pasado y por haber disfrutado tanto de todo, mi ciudad, la organización etc.. ,convencí a unos compañeros de entrenamiento para que la hicieran este año conmigo. Me desplacé a Cartagena el día anterior y por la tarde fui a recoger mi dorsal y el de mis amigos, que llegarían a la ciudad el sabado por la mañana.
Nos encontramos en torno a las 7:15 y tras tomar un café y echar unas risas nos dirigimos a la salida. Allí me empiezo a encontrar a gente conocida, mi vecino y algunos militares con los que preparé la carrera el año anterior, buena gente todos ellos y buenos compañeros de entrenamiento. Después de los saludos, las bromas y las fotos, avisan por megafonía que iban a dar la salida en breve. Una sirena de barco fue la señal.
Salimos intentando ahorrar fuerzas al principio, pues la carrera con el calor que supuestamente iba a hacer podía dejarnos sin fuerza. La idea era bajar de las 6:15, marca del año anterior, y hacerlo los tres juntos.
Llegamos corriendo hasta las faldas del Calvario y al entrar al "via crucis" empezamos a andar pues era imposible correr, tanto por el gentio, como por la pendiente. Tras coronar, un poco de atasco para sellar y, reunidos los tres, bajamos la loma con calma, nos pasan bastantes corredores/ as, pero nuestra filosofía es la de ir de menos a más.
Alcanzamos el llano y empezamos a trotar rumbo a San Julian, con las piernas ya calientes comenzamos la subida a la Cortina y después de una parada en el avituallamiento, seguimos hacia la cima. La carretera al inicio es bastante ancha y nos permite ir adelantando a gente. Pero de repente miro hacia arriba y veo que el camino se convierte en senda y que entre el verde y el amarillo del monte, asciende una oruga multicolor e infinita. Nuestra carrera se torna marcha lenta y torpe por los continuos parones que sufrimos mientras ascendemos por la trocha hacia el castillo. Por fin coronamos tras pasar por el foso de la fortaleza,( me acuerdo de alguna noche de niebla pasada por allí y la comento a mis compañeros que para variar se rien de mí). Entre risas y carcajadas emprendemos la bajada al trote con la moral alta y bastante enteros.